Tras haber leído la publicación "Soy de derechas" recientemente, he pensado que sería interesante exponeros también mis propias ideas políticas e incluso (¿por qué no?) que más usuarios se uniesen a esta iniciativa y nos hablasen de las suyas. Así, sirva este artículo como ampliación e invitación a participar de la idea de la susodicha publicación y, sin más dilación, hete aquí mi granito de arena: Normalmente, cuando uno escucha la palabra "anarquista", lo primero que se le viene a la cabeza es la imagen de alguien joven, de peinado extraño, ataviado al estilo punk o hippie y, si me apuras, de higiene cuestionable. No suele asociarse el anarquismo con alguien culto, con estudios, sino con gente a la que, a priori, no se le ve un futuro muy prometedor. Tal vez la culpa sea de las connotaciones de rebeldía que han ido atribuyéndose al anarquismo a lo largo del tiempo y que, a su vez, han ofrecido cobijo a multitud de rebeldes incomprendidos que no han sabido (o podido) encontrar un sitio en esta sociedad. Y, sin embargo, soy la viva muestra de que se puede ser todo lo opuesto a eso y ser anarquista: soy introvertida, tengo estudios superiores y ¡me encantan los chalecos y las corbatas! Esto nos lleva a mi segundo punto: no, no es una fase. No soy anarquista por rebelarme o llamar la atención. Sé que muchos de esos autoproclamados anarquistas son típicamente adolescentes con ideas románticas del anarquismo y poco bagaje literario, pero algunos de nosotros llegamos a madurar esas ideas, y conocemos perfectamente qué es realizable y qué no, qué es útil y qué no. El anarquismo no es vandalismo, desobediencia infundada ni querer dinamitar el sistema. Como anarquista, parto del principio de que toda imposición es mala y, si bien rechazo el imponer una conducta, rechazo también su desobediencia gratuita. Una imagen negativa de la norma (rechazo de toda autoridad sólo por ser autoridad) no es una verdadera liberación de la misma, sino una nueva imposición, en tanto que la norma aún te condiciona. A incumplirla, sí, pero te condiciona. Llegados a este punto, no es difícil intuir cuál es mi idea del anarquismo verdadero: la superación tanto del sistema como de lo anti-sistema, es decir, que el criterio resida en la voluntad individual. Este es el paso que muchos "anarquistas" nunca logran dar (y el motivo por el que abandoné, hace tiempo, un colectivo anarquista que yo misma fundé, por cierto). Y aquí llega lo que a muchos les sorprenderá... Soy demócrata y participo en la democracia. Esto puede parecer contradictorio con el anarquismo, pero no lo es. Simplemente, si aceptamos que el anarquismo es el rechazo a toda imposición, ¿cómo podría yo apoyar la abolición de un gobierno democrático, sabiendo que la mayoría no es anarquista y desea seguir viviendo en democracia? Pero, puesto que siempre habrá estatistas y anarquistas y capitalistas y comunistas, etc., muchos pensaréis que, entonces, lo que soy verdaderamente es una estatista que no permitirá nunca a unos u otros vivir a su manera. Nada más alejado de la realidad. El anarquismo puede y necesita participar en la vida política. El apoliticismo es una de las lacras del anarquismo y uno de los motivos de su estancamiento. Tal vez (y en mi opinión), el camino hacia una sociedad en la que todo el mundo pueda vivir como quiera no sea una revolución contra el Gobierno por todo lo alto, sino la autonomía legal de pequeños territorios por adscripción ideológica. Es decir, Estados dentro de Estados, que cada uno tenga su lugar en la sociedad con un marco legal (o una falta de él) en el que pueda sentirse a gusto.Soy anarquista, ¡y no me avergüenzo de ello!